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Sleuth (La Huella) 2007


Dirección: Kenneth Branagh.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 86 min.
Género: Thriller.
Interpretación: Michael Caine (Andrew Wyke), Jude Law (Milo Tindle).
Guión: Harold Pinter; adaptación de la obra de Anthony Shaffer.
Producción: Jude Law, Simon Halfon, Tom Sternberg, Marion Pilowsky, Kenneth Branagh y Simon Moseley.
Música: Patrick Doyle.
Fotografía: Haris Zambarloukos.
Montaje: Neil Farrell.
Diseño de producción: Tim Harvey.


“El camino más corto al corazón de un hombre, es la humillación.” Así justifica Andrew Wyke(Michael Caine) el macabro juego que lo enfrenta al joven Milo Tindle(Jude Law). Un enfrentamiento escasamente armado, de innecesaria fuerza física, centrado en un reto sicológico de la más aguda estrategia mental.
Wyke es un millonario y afamado director de novelas policiales, que decide invitar cordialmente al amante de su esposa, el joven Milo Tindle, a su lujosa mansión. La inglesa cortesía no logra tapar el indeseable contacto entre ambos, que en cada frase, cada pensamiento buscan humillar o desacreditar al otro. Tindle, un desempleado actor intenta conseguir a toda costa que el esposo de su amante le entregue el divorcio y despeje el camino para su enamorada aventura, sin embargo Wyke le hace ver quien realmente se puede convertir en su futura esposa. Una mujer refinada, amante del lujo, gustosa de vestir los más costosos vestidos y joyas, algo que un joven como Tindle está incapacitado de ofrecer. Sin embargo, el millonario escritor le ofrece participar de un robo. Sacar desde su mansión unas valiosas joyas, cobrarlas en el extranjero y así ambos ganar del acuerdo: Tindle obtendrá el dinero para su empresa amorosa y Wyke cobrará el seguro del falso robo.
La cinta es un remake del film homónimo dirigido por Joseph L. Mankiewicz en 1972. Un verdadero clásico defendido a ultranza por los amantes del cine ante esta nueva versión. Un remake siempre va a aportar a la historia, refrescando las cintas primerizas o igualando, e incluso mejorando su representación. En el caso de Sleuth, ha servido para desempolvar una cinta magistral que enfrenta al destacadísimo Sir Laurence Olivier y al por entonces joven Michael Caine interpretando el papel de Milo Tindle.
Pero Sleuth 2007 tiene mucho que decir, mucho que aportar. Con la colaboración de Harold Pinter, se actualizan los diálogos, que en definitiva es el verdadero protagonista de la obra. Cada palabra, cada frase desenmascaran las similitudes y diferencias de ambos personajes. La diferencia de clases, denotada en las experiencias expuestas, las raíces familiares y la educación que cada uno carga. Por un lado un millonario rebosado de lujos, inserto en su propio mundo narcisista que le brinda en placeres, pero le distancia en humanidad, en compañía. Por otro lado un joven inocente, genio por momentos, hijo de emigrantes de difícil vida y pasar, se ve constantemente tentado por el placer y el dinero, buscando en éste la solución a sus problemas y el paso a la felicidad. Creencia errada, que sin darse cuenta, se desmorona con solo tener frente a sus ojos a su perspicaz antagonista.

El Séptimo Sello (Det sjunde inseglet)

Dirección: Ingmar Bergman.
País: Suecia.
Año: 1957.
Duración: 96 min.
Género: Drama.
Interpretación: Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Nils Poppe, Bibi Andersson, Bengt Ekerot, Gunnel Lindblom, Maud Hansson, Ake Fridell
Adler,Irving Block.
Producción: Svensk Filmindustri.
Música: Erik Nordgren.



Muchos guardan verdadera devoción a esta cinta. Ingmar Bergman a la cabeza. Pertenece a las 45 películas que todo buen cristiano debe ver s
egún el Vaticano.Contiene una de las escenas más impresionantes del celuloide: La Muerte jugando ajedrez con el protagonista en una desolada playa sueca. Muchos la ven y la vuelven a ver encontrado las nuevas lecturas que el descuido había hecho presa y efectivamente, una vez vista, el Séptimo Sello resulta encantadora e inquietante.

Llena de alegorías y sublecturas la película se ambienta en el ocaso de las Cruzadas, cuando los caballeros volvían a sus respectivos castillos, luego de haber vivido las mil y una aventuras producto de sus desbocadas empresas semi religiosas. Uno de ellos Antonius Block(Max Von Sydow) y su escudero (Gunnar Björnstrand) regresan heridos de aquellas lejanas tierras a su natal Suecia. Más que físicamente, aquellos guerreros vuelven heridos en su espíritu, decepcionados de aquel romanticismo ingenuo que los llevó a batallar y curtidos del dolor, el horror y la desesperanza. Es por ello que Antonius, al ver llegar la muerte, la recibe sin lamentos, valiente y seguro de poder ganarle una partida de ajedrez. El precio: su vida.

Antonius solo juega para alargar lo inevitable, pero es justamente en aquel tiempo en que busca encontrar de boca de la muerte aquellas preguntas existenciales que todo ser humano algún día se ha de plantear. Nuestra razón de vivir, que hay más allá de la vida y si Dios realmente existe.
Aquellas preguntas cada minuto atormentan más al desgastado caballero, que deambula con su escudero por una tierra azotada por la peste bubónica. Sus escalas sirven para continuar la mortal partida de ajedrez y seguir acrecentando las dudas y tormentos de Antonius. Por el contrario, su escudero es su verdadera antítesis. Un hombre completamente terrenal, que vive el día a día y aunque sabe que la muerte anda cerca, tan solo espera que llegue lo que tenga que llegar.

Bergman nos presenta la muerte como algo misterioso e inevitable. Que puede presentarse mágicamente jugando ajedrez o burdamente como cortando el tronco de un árbol para echar abajo un “licencioso” juglar. Es la muerte terrenal. Una muerte negra y fría que es más humana que divina. No sabe, o no entrega las respuestas que anhelamos, tan solo nos recuerda que nuestro paso por aquí tiene un final.

Una de las más bellas y bien logradas escenas de la cinta, es el baile de la muerte. Por una colina lleva consigo a nobles y plebeyos, viejos y niños, hombres y mujeres. Sin distinciones, sin ninguno de sus bienes, y sin las respuesta a aquellas preguntas elementales, danzando por la colina hacia lo desconocido.

Forbidden Planet (El planeta prohibido)

Dirección: Fred McLeod Wilcox.
País: USA.
Año: 1956.
Duración: 106 min.
Género: Ciencia Ficción.
Interpretación: Anne Francis, Leslie Nielsen, Walter Pidgeon y Warren Stevens.
Guión: Cyril Hume,Allen
Adler,Irving Block.
Producción: Nicholas Nayfack.
Música: Louis y Bebe Barron.



Mientras retrocedimos en el tiempo de la ciencia ficción, podemos llegar al año 1956 y encontrar un verdadero Big Bang cinematográfico. Forbidden Planet es una auténtica joya del cine y un efectivo molde para muchísimas producciones como Viaje a las Estrellas (Star Trek), La dimensión desconocida (The Twilight Zone), perdidos en el espacio (Lost in Space) e incluso la actual y exitosa serie de televisión Perdidos (Lost).

La cinta desde el primer momento engancha gracias a sus cuidados efectos especiales, su música “espacial” y un jovencito Leslie Nielsen a casi cuarenta años de su racha de burdas comedias “Y donde está el policía?”.La cinta se inscribe en una moda cinematográfica de los cincuentas donde predominaban los ovnis, viajes espaciales, mundos lejanos, insectos y plantas mutantes y un sinfín de escenarios resultantes del buen y mal uso de la ciencia. Algo ciertamente comprensible, ya que estaban a pocos años de las dos bombas atómicas, y en medio de los primeros satélites y sondas interplanetarias. Sin embargo, Forbidden Planet, se despega de aquellas cintas “mata marcianos” gracias a un buen y cuidado trabajo. Los efectos espaciales resultan muy aceptables, gracias a los dibujantes de Disney que apoyaron en la producción, en especial el fabuloso aterrizaje de la nave C57D en las arenas de Altair IV y el paseo de Morbius y Adams por las instalaciones Krell.

El argumento se sostiene bien gracias a su inspiración en La Tempestad de William Shakespeare. Un equipo militar llega a Altair IV bajo las ordenes de rescatar un asentamiento humano enviado hace ya largos años, sin embargo, se encuentran con los dos últimos sobrevivientes, el doctor Morbius y su hija que se rehúsan a abandonar el planeta ya que han encontrado las ruinas de una antigua civilización llamada Krell. Estas ruinas altamente avanzadas en tecnología entregan grandes comodidades al científico y su hija y una ventana a límites insospechados en el conocimiento de la mente. Los cuales investiga a diario.
Obviamente al enterarse el comandante de la tripulación de aquellos avances distantes e insospechados para la humanidad, decide informar a la Tierra lo que desata el conflicto científico-militar muy en boga por aquellos años. La utilización de la ciencia por el bien de la humanidad o para la creación de armas cada día más avanzadas y mortales.

Así como en la obra de Shakespeare, donde Prospero renuncia a sus avanzados conocimientos de magia, que solo le han traído sufrimiento, para reincorporarse a la civilización. Morbius y el comandante Adams renuncian al tesoro arqueológico de los Krell, de un potencial infinito en conocimientos científicos, pero al más alto costo para la humanidad y es justamente éste el mensaje final de la cinta. Un mensaje de alerta ante el vertiginoso reclutamiento de conocimientos y tecnologías que día a día, década tras década, como la espada de Damocles, cuelga sobre nuestras cabezas.