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El desierto de los Tártaros

Dirección: Valerio Zurlini.
Países: Italia, Francia, Alemania.
Año:1976.
Duración: 140 min.
Interpretación: Vittorio Gassman, Giuliano Gemma, Helmut Griem, Philippe Noiret, Jacques Perrin, Francisco Rabal, Fernando Rey, Laurent Terzieff, Jean-Louis Trintignant, Max von Sydow.
Música: Ennio Morricone.
Fotografía: Luciano Tovoli.


Hay pocas películas que últimamente me hayan llegado tanto en su lectura y tiempo como El Desierto de los Tártaros. Olvidada en el universo del celuloide, quizás por las sombras comerciales o por aquellas clásicas barreras al cine europeo, hacen de El Desierto de los Tártaros una experiencia inolvidable. Casi como abrir un olvidado baúl, que reúne baratijas e insignificancias antiguas, pero que hoy toma un valor de joya.

Con un clásico reparto europeo de lujo, más la inigualable batuta de Morricone, la película, que está basada en el libro homónimo escrito en 1940 por Dino Buzzati, nos recrea la aventura del teniente Giovanni Drogo en la lejana y surrealista fortaleza Bastiani. Reducto montañoso y desértico destinado a retener un posible ataque del ejército Tártaro, del cual se sabía poco y nada.
Tan solo el más longevo de los militares que habitaban Bastiani había vivido otrora el combate con el enemigo. Los demás llevan años preparándose para aquel momento, entrenando, observando, haciendo exhaustivas guardias e hipotetizando con las estrategias que deberían llevar a cabo en aquel momento.
Lo cierto es que en Bastiani no pasa nada y el teniente Drogo se da cuenta de ello, pero a pesar de intentar escapar de aquel estancamiento, cada día, con cada acción y como todos los demás, le pertenece con más fuerza a la fortaleza. Permanecerá por años.

Un relato Kafkiano y existencial. La eterna dicotomía entre la preparación y el perfeccionamiento para los futuros escenarios, que quizás nunca vendrán, como la larga espera de una araña para que algún insecto caiga en sus redes, versus el riesgo de romper los esquemas, apresurarse y encarar cuando el olfato ve más que la visión, con los riesgos que ello implica, que al igual que aquella araña que muere seca en la espera, puede traer el fracaso.

La Mancha Humana (The human stain)

Dirección: Robert Benton.
Países: USA y Alemania.
Año: 2003.
Duración: 106 min.
Interpretación: Anthony Hopkins (Coleman Silk), Nicole Kidman (Faunia Farely), Ed Harris (Lester Farely), Gary Sinise (Nathan Zuckerman), Wentworth Miller (Coleman joven), Jacinda Barrett (Steena Paulsson), Harry Lennix (Sr. Silk), Anna Deavere Smith (Sra. Silk), Clark Gregg (Nelson Primus), Lizan Mitchell (Ernestine).
Guión: Nicholas Meyer; basado en la novela de Philip Roth.
Producción: Tom Rosenberg, Gary Lucchesi y Scott Steindorff.
Música: Rachel Portman.
Fotografía: Jean-Yves Escoffier.
Montaje: Christopher Tellefsen.
Diseño de producción: David Gropman.
Dirección artística: Zoé Sakellaropoulo.
Vestuario: Rita Ryack.


Pocas veces he puesto atención al trabajo de casting en una producción cinematográfica. Sin embargo, a pocas horas de terminar de leer la novela de Philip Roth, se me ha hecho imposible el poner atención en los actores seleccionados para estos roles tan complicados que ha puesto en la mesa el libro: Un blanco que es de raza negra, que en su vejez es interpretado por Anthony Hopkins, una joven y ardiente granjera interpretada por Nicole Kidman, además de un escritor y un desquiciado veterano de Vietnam interpretado por los notables Gary Sinise y Ed Harris, respectivamente.

Kidman, a pesar de que cumple, se hace imposible (por su deslumbrante belleza) ubicarla como una mujer ruda, hedionda a rancho, de boca muy sucia y emocionalmente dañada por su dolorosa experiencia de vida. Aún más imaginación se necesita para creer que Hopkins es afroamericano, aunque para ser justos, ese desafío lo plasma Roth en su novela.

Sumando y restando la pelicula cumple. Todo gracias a la inspiración en la novela, que plasma en forma magistral una transversal decadencia, intolerancia e incomprensión de la sociedad estadounidense.

Coleman Silk, es un veterano profesor que ha construido su vida sobre el engaño, un tipo que a uno le es difícil de encasillar. Víctima de las exigencias sociales y de sus propios errores, se enrola en una relación escandalosa por la diferencia de edad …y condición social… con Faunia. La pareja es apuntada con el dedo y para colmo perseguida por el ex de Faunia, un veterano de Vietnam tan tocado como Rambo.

Las acciones no son muchas, por el contrario, las reflexiones llueven.

Panic in the Streets

TITULO ORIGINAL:Panic in the Streets
AÑO:1950
DURACIÓN:93 min.
PAÍS: EEUU
DIRECTOR:Elia Kazan
GUIÓN:Richard Murphy (Argumento: Edna Anhalt & Edward Anhalt)
MÚSICA: Alfred Newman
FOTOGRAFÍA:Joseph MacDonald (B&W)
REPARTO:Richard Widmark, Paul Douglas, Jack Palance, Barbara Bel Gedes, Zero Mostel, Alexis Minoti
PRODUCTORA:20th Century Fox


De haber sabido que Panic in the Streets estaba dirigido ante el ojo delator de Elia Kazan, probablemente no habría puesto play, pero la película ya estaba en mis manos y no podía rechazarme a la oferta de ver a Jack Palance y Richard Widmark dentro de la pantalla. Dos tipos duros, que atravesaron el siglo xx inmortalizando en el celuloide a intratables bandidos, pistoleros del oeste e incluso, más recientemente a abuelos de pasado “oscuro”.

Panic in the Streets adquiere un notable ritmo narrativo, que hace crecer minuto a minuto la tensión y el suspenso de un desenlace incierto. Su argumento, que fue reconocido en su momento con un Oscar de la Academia , incluso hoy, a casi sesenta años de su estreno, sorprende por su originalidad y hacen de Panic in the Streets una película accesible para todo amante del cine.
La cinta está ambientada en el bajo pueblo de New Orleans de los años cincuentas. Restaurantes de mala muerte, cantinas atestadas de marineros, estaciones ferroviarias e inmundos cités “empapelan” una clásica persecución policial. Salvo por el sabroso ingrediente de la peste negra.

Blackie(Palance) y sus compinches matan a un miserable polizón, por abandonar el poker luego de ganar mucho dinero. El cadáver es analizado por el tanatologo que descubre la peste. De inmediato el Doctor Clint Reed(Widmark) del Servicio de Salud Pública y el capitán de policía Tom Warren, interpretado notablemente por el gran Paul Douglas, salen en busca de todo aquel que haya tenido contacto con el enfermo. Poco a poco, la emergencia sanitaria toma ribetes policiales y nuestros “jovencitos” toman el oscuro sendero que les llevará a la banda de Blackie.

No puedo dejar esta nota sin destacar la gran actuación de Jack Palance. Es sin duda el malo más MALO del cine de todos los tiempos. Papeles que él denominaba como “pura basura”. Ese rostro calavérico e irónico probablemente le dio problemas con las mujeres, pero no en el cine. Un Monstruo!